A algunos de nosotros nos ha tocado pasar por experiencias familiares de cambios radicales. Todas te enseñan lecciones fundamentales de vida, desarrollo, transformación y trascendencia.

Suelen aparecer como experiencias reveladoras, pero las mejores se esconden tras experiencias difíciles y emocionalmente duras.

Ahora mismo me encuentro en una de ellas: vaciar la casa de mis padres (ya en la otra y feliz vida), el lugar donde nací. Mi hermana y yo estamos en ello.  

Para empezar, agradezco infinitamente tener esta hermana maravillosa, alma generosa, simple y a su manera eficaz en la vida. Ejemplo de fluir y manifestar sin generarse problemas o conflictos. Desde luego lo hace sin darse cuenta, pero obtiene más resultados que aquellos que hacen mil cursos de espiritualidad y sanaciones para manifestar. Curioso.

Entre las cosas que «heredo», lo mejor es mi hermana. Hemos construido una relación fuerte, y lo mejor, es que cuando digo FAMILIA, hierve mi sangre con ella. Amor incondicional al 100%.  Sé que no es fácil conseguirlo en las familias, muchas veces tenemos a otros miembros, que desde luego, no aprecian la cuna de la que vienen.

Pero vamos «al grano».

Vaciar tu casa de toda la vida es una experiencia que remueve hasta la última raíz de tu ser. Cuando pasa, hay que tomarlo como una oportunidad reveladora.

Al principio duele, sientes nostalgia de tu pasado, en cada esquina y objeto ves pasar tu vida con tu familia. Y de golpe, te ves en el presente, en quién te has convertido y tus expectativas de vida se rompen.

¡Un lujo!

Tendemos a enfocarnos en «la desgracia» y los problemas, así nos han educado. Muertes, deudas, conflictos y demás. Pero para el Universo NADA se presenta para hacernos la vida imposible y triste, sino que TODO son oportunidades para la realización y evolución propia.

Los monjes budistas tienen un ejercicio maravilloso: barrer todos los días su patio aunque no haya hojas ni polvo. Siempre hay algo que limpiar. Lo exterior representa nuestro interior. Limpiar es ordenar, soltar y ver más allá desde la simplicidad. Mientras ordenas, te centras en tu interior el cual se va ordenando y limpiando. Enfocarse desde la neutralidad. Fluir en la armonía del Universo.

Estas experiencias de mudanzas, para los occidentales que solo acumulamos cosas inútiles, es como limpiar el patio en plan intensivo. Solo hay que aprender a hacerlo desde el fluir meditativo.

Decidir qué tirar, qué sirve, qué te quedas, que donas, qué regalas, etc es ordenar tu vida. Porque pasado y futuro es tu eterno presente. Tu pasado no se va, solo se integra en ti más profundo para darte la oportunidad de trascender ese ciclo y realizarte más allá de tus expectativas, porque el Universo sabe mejor qué te sirve cuando aprecias lo que te ha dado para que llegues hasta este punto de tu vida.

Vaciar armarios, cajones y demás, remueve energía estancada durante años. Guardamos el tiempo y a veces, ni nos acordamos de lo que tenemos. Tenemos por tener. Esto de guardar todo pertenece ya a un estilo de vida del pasado, las nuevas generaciones no guardan nada, porque todo lo que se vende, tiene poca duración y no cuidan de las cosas. Antes, todo se hacía para que durase de por vida y sabías cómo cuidar  y arreglarlo todo. ¿Veis lo que significa? Hoy el valor tiene otro significado.

La globalización hace que compres, tires y sigas comprando impulsivamente. ¿Cuál es el valor de las cosas?

Sin embargo hay «cosas» que tienen valor emocional, tienen una historia, un significado profundo. De esas historias estamos hechos, es lo que somos y nos representa de alguna manera. Son el alimento para que nuestra raíz pueda ramificarse más.

Por ejemplo, tengo un profundo amor por mi biblioteca, y ocupa mucho espacio. Pero soy incapaz de sacarla de mi vida, porque esos libros de música, arte, filosofía, historia, literatura, fotografía, teatro…. son yo. He crecido rodeada de libros y en mi casa tiene que haberlos.

Otro ejemplo es la máquina de escribir de 1917 de mi abuelo. Funciona perfectamente y ha vivido guerras, ha viajado por África y Europa. Como amo escribir, es un objeto de mi familia que me representa. Por tanto, soy yo.

Y así, una casa está hecha de recuerdos que te representan y te enlazan a tu árbol genealógico. Lo importante es vaciarla de aquello que en verdad, no tiene sentido guardar o decides cortar y eliminar eso de tu vida. De esta manera, dejas fluir la energía para seguir avanzando, y por tanto, seguir realizándote. Todos tenemos un pasado que transmutar y con el que ahora no nos identificamos más.

La importancia de trascender estas experiencias es integrar ese pasado para liberarte de un espacio estancado que pesa y puede llegar a enfermarte.

Integrar significa llevarlo dentro para abarcar espacios y experiencias nuevas desde un nivel de consciencia superior: el de la Libercidad (libertad + felicidad). Realizarse no es hacer una carrera exitosa o ganar mucho dinero, os lo recuerdo!

Realizarse es expresar tu autenticidad desde tu potencial sin que nada externo (ni creencias de otros, ni modas, etc) interfiera en tu desarrollo. Somos nuestra familia y nuestras experiencias personales. Recordad, somos UNO.

Integrar y apreciar tu familia es expandirte a nuevas etapas y experiencias evolutivas más allá de tus expectativas. Se abren espacios para que cambies aquello que es importante y brilles en tu luz propia, honrando quien eres (tu familia) y dejando que tu esencia se expanda por todo el Universo.

Este eco de vivir en plenitud, se escucha en todo el Universo. Las ondas de tu experiencia se integran en la sabiduría cósmica. Estás aportando expansión al Universo!

Disfruta de cada situación de cambio profundo, de mudanzas familiares, y sobre todo, honra a tus padres y tu familia. Aprecia lo que has sido, lo que has tenido y cómo lo has vivido,  porque esa energía es el motor de tu próxima expansión en el ciclo que estás abriendo.

Gracias, gracias y gracias por ellos porque soy yo y ahora permito que se expanda mi luz y esencia para vivir en la absoluta plenitud, compartiéndome con todos. Gracias, tengo porque doy.

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