Parte del trabajo de sanación del alma, es meter el dedo en la llaga en las heridas que más duelen y que siguen abiertas después de años.
Para el alma no es pasado, sino un eterno presente. Esas heridas nos mantienen anclados al pasado, interfiriendo y tergiversando nuestra realidad con esa emoción que seguimos alimentando. Son estados congelados que nos impiden desarrollarnos y estar en mejores situaciones de salud, prosperidad y posibilidades evolutivas.
Honrar las heridas no es tarea fácil, porque uno siente ira, frustración, enfado, desconsuelo…. Pero cuando sabes que esas heridas esconden un lado positivo para el crecimiento, las abrazas. Te abrazas como si fueras un niño pequeño desconsolado por un daño que impide que veas que te está ayudando a crecer.
En realidad, esas heridas se generan la mayoría de veces por una energía masculina o femenina tergiversada, que hemos aprendido en nuestra familia, sociedad y escuela. La polaridad negativa del equilibrio se aprende a través de experiencias muy fuertes que rompen el centro sagrado de nuestro ser. Para unirlo de nuevo, tenemos que abrazar con la luz de la sabiduría interna esa herida.
Piensa ahora en heridas del pasado que siguen ahí en tu memoria, en tu día a día, resentimientos, celos, envidias, miedos, fracasos…
Recuerda lo pasado, mírate con compasión, no juzgues la situación y quién estaba ahí contigo. Cierra los ojos y siente ese momento, esa emoción. Contémplate con amor. Mira la herida, que tan grande es hoy.
Mírate y contempla en este momento tan duro de dolor, qué energía mantuviste de ti íntegra, puede ser dignidad, honor, fortaleza, honestidad, lo hiciste por amor, por creencias que no podías entender entonces… Es importante que sientas esa energía porque es tu centro, tu esencia, tu luz, tu poder, tu potencial que hoy, se expande como energía sanadora y de consciencia.
Sea lo que sea, algo en esa situación te mantuvo en la luz, saliste adelante. Desde esa energía de amor propio, alégrate porque superaste ese momento, ya no existe, pasó, ahora queda cerrar la herida.
Imagina que tu amor de compasión es como un tarro de miel. Toma ese tarro mientras te abrazas, y ponte esa miel en la herida. Siente si pica o escuece, pero la miel es la dulzura de tu amor, es la esencia de la dulzura con que estás sanando ese momento desde la otra polaridad de la situación. Mira como reaccionas a esta miel, si quieres más, si es suficiente, si sonríes, si vuelves a jugar.
Cuando estés lista o listo, dale de esa miel a la persona que te hirió, si es el caso en tu situación. Mira a ver qué pasa. Lo importante, es soltar a esa persona y dejar la situación en dulzura como imagen que alimente tu subconsciente y corazón. Esta imagen va a alimentar a todos los niveles de conciencia en ti hasta llegar al físico.
¿Qué has aprendido? ¿Qué se ha fortalecido en ti? Honra esa herida porque te ha devuelto una parte de ti intacta y más poderosa.
Haz este ejercicio las veces que necesites, porque hoy la sanación llega desde la consciencia de tu fortaleza, desde la consciencia del amor. Esa miel, viene desde lo más profundo de ti, desde la luz más pura que eres. Esa luz eres tú en otro plano que se sana y fortalece para seguir con la experiencia humana.
No necesitas a alguien para aprender a sanarte, sino para recordar el poder de autosanación que tenemos los seres humanos.
Honra esas heridas porque traen luz a tu vida, dulzura pura de tu esencia divina. Cada vez que sanamos una parte de nosotros, la energía femenina y masculina se transforma para vivir desde el equilibrio perfecto, que es, saber quien eres realmente.
Proceso de sanación: Tómate un TIEMPO de lectura por los artículos relacionados con SANAR. Repasa un poco aquellos temas imprescindibles en este proceso en el que te encuentras o del que quieres saber más en profundidad.
Sanar es sagrado, es un camino maravilloso aunque a veces difícil, pero si conoces más sobre lo que significa el proceso de sanación, verás cómo cambia tu vida y las creencias al respecto.
Hay muchos caminos, terapias y procesos, todos válidos siempre y cuando te tomes el TIEMPO de procesarlos, vivirlos e integrarlos.
¡Feliz sanación!