En el artículo de la primera parte os ofrecí un punto de vista de vivir en plenitud como camino a la muerte: ser conscientes de que la vida es como una excursión que tiene fecha de vuelta, por tanto, disfruta de ella y de aquellos con quien la compartes.

La muerte es un tema muy delicado, porque cuando se habla de pérdida de un ser querido, estamos tocando la llaga que más duele y nos hace sentir vulnerables, perdidos, desprotegidos y solos. El duelo es de lo más doloroso que existe para el ser humano.

Aunque todos sabemos que la muerte nos va a llegar, no estamos preparados nunca. Pero si lo piensas bien, a lo que no estamos preparados, es a perder a los que más amamos, el amor que nos alimenta. La Madre que nos cuida. El padre que nos protege. Dependencia en alguien, apegos en general, etc etc

En muchos casos, tenemos más miedo a la pérdida de los otros que al fin de nuestra propia vida, estamos tan ligados a los demás, tan dependientes emocionalmente a ellos, que hemos proyectado nuestras propias vidas en los vínculos con los otros, y si mueren, es como si muriese una parte de ti.

Cuando sabes que un alma trasciende y no se dispersa en el olvido, dejar marchar a un ser querido es menos doloroso. Sigue siendo delicado el tema pérdida, porque depende de quién se va, cómo y la edad. Pero cuando tienes consciencia de la vida y conexión en la luz, sabes que estamos conectados en consciencia. El ser nunca muere, sólo ha transformado la forma en que se expresa. Así, el duelo se realiza vivenciando lo que a esa persona le hace feliz, cumpliendo algunas de sus voluntades, pues vivirá a través de ti.

Sin embargo, cuando estás satisfecho y entregado a la vida sin apegos, cuando sabes que trascendemos la muerte y que detrás seguimos nuestro viaje dimensional, no temes a la muerte ni a la de otros, sino que estás preparado para recibirla y empezar una nueva experiencia.

Toda nuestra biología fue diseñada para sobrevivir, reproducirnos y permanecer en la vida el mayor tiempo posible. En nuestro ADN no tenemos el patrón de muerte. Nuestro cuerpo se regenera y nuestra alma trasciende renovándose. La muerte llega cuando es el momento de cerrar una experiencia, integrar esa sabiduría y empezar otra experiencia completamente distinta desde la sabiduría integrada.

El cuerpo físico es un ser construido principalmente por patrones que buscan rechazar la muerte, y es lo lógico, pues el diseño se manifestó con la voluntad de dar todas las posibilidades existentes a un ser de experimentar lo que más pueda. Por ello los cuerpos se fueron limitando cada vez más, para permitir mayor capacidad de liberación de dichos patrones. Dejar ir es tan difícil, que el mismo sistema nos fuerza a dejar ir mediante el concepto de la muerte física. Pero por otro lado tenemos la muerte del alma emocional, relacionada a los traumas y la noche oscura del alma.
La muerte, pues, es el concepto de la onda convexa que nos despoja de esos apegos y nos obliga a transformarnos para poder seguir avanzando.

Matías De Stefano

La muerte es una liberación

Saber morir es el arte de aprender  a vivir soltando todo apego.

Venimos a la vida impolutos. Sin sistema de creencias, sólo memorias kármicas y patrones emocionales que integramos en el vientre de la madre. Es durante el periodo de vida que aprendemos el apego a lo material y emocional. En el antiguo Egipto, cada 7 años tenían rituales para desapegarse de todo, revisar su vida y empezar de cero en otro nivel de consciencia. Esos eran ritos parecidos a  la pequeña muerte.

Morían para trascenderse. Empezar de nuevo con sabiduría adquirida. Para ellos era una manera de prepararse a la última muerte y no llevarse nada para no quedarse en este plano, sino trascender a una nueva vida: (cantaban..) Deja morir a tu alma, haz que despierte una nueva. 
Bajo las sombras has caminado, para que puedas caminar sobre la luz, y ambas vivan en cada uno de tus pasos. Uno debía aprender a morir muchas veces en la vida, para comprender que la misma no era más que un viaje.

Los chamanes también ven la vida como en tránsito de aprendizaje, pero que en el fondo somos viajeros de las estrellas en un recorrido constante y cíclico, un viaje eterno, un sueño sagrado.

En todas las culturas existe el culto a la muerte, al viaje al más allá, al inframundo, a las estrellas, a la siguiente vida. Todos sabemos en el fondo, que esta vida sirve también para aprender a morir y prepararse para la siguiente experiencia. Cuanto más consciente de este paso, mejor vives,  y más te enfocas en aligerar la carga y desapegarte de lo que sea y quien sea.

En esta cultura y sociedad en la que vivimos no estamos preparados para morir, para ver morir y dejar morir.

Nos hemos saltado todas las iniciaciones más importantes que se celebraban en rituales y lo hemos cambiado por fiestas para recibir más y más regalos, pero sin la sabiduría que nos lleva a comprender el paso de ciclo de la vida por el que estamos pasando.

 

La muerte es soltar el control de la limitación para ingresar a la libertad de la expansión, en la mente y la imaginación, donde no hay límites.

El cuerpo no quiere soltar porque sabe que es su final, y por ello necesita mucha educación de morir una y otra vez, necesita de sanación y limpieza de patrones heredados y propios. Hay que identificar cuáles son los placeres y deseos más adictivos que se pueden poseer. A qué emociones somos adictos en nuestras vidas. Desapegarnos de las emociones densas y tóxicas que nos remiten una y otra vez a la rueda del karma, liberarnos definitivamente para trascender la vida y pasar la membrana de la muerte ligeros y sin mirar atrás. Todo eso está en nuestras células replicándose año tras año porque el cuerpo etérico está enganchado al físico alimentándolo de estas memorias y huellas.

El cuerpo fue diseñado para experimentar e integrar, no para trascender. La trascendencia es tarea del espíritu y el alma, de soltar al cuerpo, de liberarlo de su experiencia, de hacerle expandir todo lo que asimiló y acumuló durante tanto tiempo. Trascender es educar a la materia a realizar exactamente lo opuesto para lo que fue diseñada: soltar y dejar ir. Es el cuerpo el que teme a la muerte, pues es el fin de su propósito, aunque cuando el espíritu se hace presente, entiende que es a su vez el inicio de uno nuevo. ¿Aún temes a la muerte?

La muerte es algo que nos asusta a todos, por naturaleza, y aún así, es la sensación más maravillosa y orgásmica que uno pueda sentir, es como temer al placer, temer a ser libre.

Matías De Stefano

Hay muchas formas de morir mientras estamos vivos: mentales, conceptuales, físicas, biológicas, emocionales, energéticas, y todas nos enfrentan a descubrir una parte nueva en nosotros. Morir es el regalo del Universo para permitirte crear una nueva realidad.

En la sanación de la Rueda Medicinal chamánica hay un método llamado el ritual de la pequeña muerte. Ayuda a sanar profundamente patrones, a desapegarte de tu vida de estrés y tóxica, a la muerte del ego, a desapegarte de tus roles y etiquetas… es un ritual donde vives una pequeña muerte para darte cuenta de que no te llevas nada de esta vida salvo tus memorias y aprendizajes, y que no dejas a nadie ni desapareces para siempre. Aprendes a soltarlo todo para volver con una nueva percepción de ti y de la vida más ligera.

Saber morir es un arte porque es lo que hacemos continuamente de una forma u otra. Como dice una amiga mía maestra de vida Mª del Carmen Albuja : Vivir es un arte. La mejor obra de arte. Todos tenemos la paleta de colores frente al lienzo blanco de nuestra existencia. En nuestras manos está disfrutar los mejores colores para dar luz y brillo a nuestra existencia. Saber envejecer es saber vivir.

Prepararnos para morir es saber trascender el velo para emprender una nueva vida, sea en la misma vida que cuando toca cambiar de «piel» a «luz».

Ya tenemos entonces dos puntos importantes para saber morir en plenitud: saber vivir desde la línea de tu destino logrando experimentar tu sueño sagrado libremente (parte 1) y aprendiendo a soltar apegos materiales y emocionales, patrones y creencias y ciclos de vida  pasados con los que no te identificas más.

Morir es un verbo. ¿Hacerlo? es perderle el miedo probándola con dulzura y valentía, aligerando el peso de lo que cargamos y entrenándonos a recibirla sin mirar atrás para destellarnos con la luz primordial y trascender a la siguiente vida. En el fondo, la muerte no es nada más que jugar con nuestra propia existencia y estado vibracional y consciencia evolutiva. Es decir, entrar y salir de nosotros mismos viendo lo que realmente somos, nuestras fortalezas y debilidades, en distintas fases, ciclos, situaciones y experiencias. La vida es una oportunidad de crecimiento y cambios ¿Por qué tenerle miedo?

Vivir la propia o la ajena experiencia de la muerte, es la capacidad de despertar la consciencia de que somos eternos y sutiles, de que vivimos en un sueño, y que al morir sólo despertamos en la expansión de la existencia.
Cada vida te entrega una nueva vestimenta, una nueva armadura, herramienta, con la que enfrentarás los ambientes más hostiles y amables. Pero cuando hayas utilizado estos ropajes, debes dejarlos, debes liberarte de los mismos, la muerte así se convierte en la liberación de tus harapos de personalidad para darte la oportunidad de empezar un nuevo camino. 

Matías De Stefano

Aquí puedes investigar más a fondo entre artículos, vídeos y libros de la biblioteca virtual.

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