‘Akhim era un joven escritor algo peculiar para su tiempo. Vivía en la Alhambra granadina, en el año 1.349, en la cumbre de crear belleza divina en los palacios. Por eso mismo le llamaron, era experto en el contraluz de los espacios. Su trabajo era traer la luz a la sombra y dejar que las palabras inscritas en el yeso de las paredes, tomaran vida con la luz. Él veía la luz  transformarse en forma, lenguaje, poesía.

‘Akhim era un hombre solitario, pasaba horas encerrado en una habitación que tenía una gran ventana que daba al este. Delante había un hermoso jardín con árboles frondosos que se dejaban acariciar por el viento. Se movían suave y dulcemente, y entre las 11  de la mañana y las 3 de la tarde la luz entraba rompiendo el tejido de madera que rellenaba con estrellas geométricas el espacio del ventanal. En la madrugada veraniega, dejaba que entrara el perfume de la flor de azahar para inspirarse y alimentar la creatividad en el misterio del equilibrio del espacio, luz y sonido.

La hora del silencio era su preferida para leer los mensajes sagrados que se escondían entre colores y sombras. Pacientemente, se sentaba fumando pipa y tomando té de menta, fijando su mirada entre el pavimento y la pared de estucos. Podía leer los destellos de luz como señales importantes, avisos del más allá. Seguidamente, podía leer el movimiento de las sombras de los árboles que se proyectaban en las paredes como si fuera tinta divina.

Era parecido a recibir un dictado del cielo. Un lenguaje divino en movimiento que ‘Akhim al verlo, cantaba, entendía, traducía y terminaba por escribir en papiros que iba acumulando en volúmenes encuadernados. Los mensajes se iban acumulando, solo él sabía el contenido y el significado. Escribía, escribía y seguía escribiendo sin parar, había días que pasaba encerrado en un silencio sepulcral, desaparecía por completo. Pero para él, el tiempo dejaba de existir.

‘Akhim se sentía un mensajero divino. Aquello que recibía era luz, una verdad acerca del misterio de la vida humana, del tiempo, del conocimiento del alma que para su época era concebido como «pecado», impuro, inconcebible porque no estaba escrito en las escrituras sagradas. Pero él sabía que esos mensajes eran susurros venidos de lo más profundo del Universo.

Reconocía el valor infinito que tenía entre manos. Sabía que ese conocimiento era un tesoro en el lugar perfecto, en la época incorrecta. Pero siguió siendo fiel a su naturaleza de traductor de sombras en luz. Escribió durante 5 años los mensajes encriptados del cielo mientras decoraba con escayolas paredes y proyectaba el reflejo de la luz y el agua por todo el palacio. Llenaba ambientes de sonido y destellos de luz que proyectaban los mensajes encriptados divinos. Nadie se daba cuenta, nadie podía leerlos, pero todos sentían un calor de energía divina que les envolvía.

‘Akhim iba acumulando libros encuadernados en su habitación de diseño. 5 años de transcripciones y mensajes guardados con cariño y orden, esperando ver la luz en la lectura de alguien que quisiera volver a nacer. Un día, el trabajo de decoración llegó a su fin y debían vaciar sus pertenencias fuera de palacio. Pero cuando fue el turno de los arquitectos de diseño, la habitación estaba vacía. ¿y los libros? ¿quién se los llevó y dónde? El corazón empezó a latir. Sentía el corazón desbordado, como si el Universo se hubiera drenado y todo se hubiera oscurecido de golpe.

–  Queda detenido por traidor a la fe musulmana.

Un par de soldados ataron sus manos por la espalda y lo llevaron a las celdas fuera de la ciudad. Eran grutas húmedas, heladas por el invierno en el que estaban. Le desnudaron y le tiraron al suelo después de pegarle una paliza. Podía sentir la sangre que se derramaba de la nariz, la boca, el cráneo. El sabor metálico de la sangre, el ardor y dolor en los ojos que no podía abrir del hinchazón de los golpes. No sentía el cuerpo del frío pero si sentía como todos sus sentidos iban desapareciendo.

En ese estado semi inconsciente, ‘Akhim visualizaba el reflejo del arcoiris en las escayolas con escrituras sagradas que durante tantos años tuvo en su retina. Cada día esperaba ver el mensaje directo y claro. Y por fin, desde lo más oscuro de su celda, con los ojos cubiertos de fango y sangre, veía la luz clara colorida escribirse delante suyo: Eres semilla divina, verdad hecha carne, aliento inmortal que se propaga en el tiempo del sueño del Creador.

Los libros de ‘Akhim fueron leídos por un grupo de filósofos religiosos, los cuales se mantuvieron en silencio durante meses. Los mismos que estuvo en la cárcel su traductor divino. Llegaron a la conclusión de que esos manuscritos eran textos difamatorios y decidieron quemarlos. Y a su autor, decidieron degollarlo.

No comprendieron las verdades allí escritas en versos poéticos. Eran los viajes del alma a través del tiempo y el espacio. Contaba el origen de las almas, de otros mundos, galaxias y estrellas llenas de vida. Contaba de otros seres de luz que viajaban a través del tiempo con solo desearlo e imaginarlo, de mentes que creaban constelaciones para albergar razas de vida y dejarlas que descubrieran la chispa sagrada dentro de sus corazones a través del canto que les susurraba el viento. Y también contaba, cómo somos parte de un orden cósmico perfecto, parecido a un panal de abejas. Nosotros como constructores de estructuras de consciencia, y la miel…. el misterio de la vida.

‘Akhim antes de morir, exhaló en un suspiro lleno de amor la promesa de volver cuando el ser humano pudiera ver en la miel  destellos de luz arcoíris y en las sombras, poemas de luz. Él había aprendido en esos secretos de la luz que el alma es infinita, inmortal, y que hay todas las oportunidades de existir como se quiera.

La genialidad de ‘Akhim de esconder la sabiduría en el arte, se puede contemplar en los techos de la Alhambra como paneles de abeja, las dimensiones que cubren nuestra galaxia y el origen de la vida en el espacio invisible de los ambientes que cuentan la historia a través de destellos de luz y sombra que se mueven por los atrios como sinfonías que cantan las verdades de nuestra historia.

Cuentos sagrados, volver a la vida recordando.

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